Nº1 "Especial VI Jornadas de Jóvenes Investigadores". Investigar es Futuro

. lunes, 3 de marzo de 2008
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Autor: JOSÉ OLIVARES PASCUAL
Profesor de Investigación vinculado ad honorem, Estación Experimental del Zaidín, (EEZ-CSIC)


El presente es el futuro del pasado y si no todas, la mayoría de las características de este presente a nivel personal, social, económico, tecnológico y ecológico o medio ambiental, derivan del manejo de los recursos que se haya hecho en el pasado y, por supuesto, de los conocimientos adquiridos y puestos en práctica. La investigación ha jugado un papel importante y los avances tecnológicos de los que la sociedad disfruta hoy día a todos los niveles han dependido del esfuerzo mental de unos pocos antes y muchos después, y así seguirá por lo que el futuro dependerá del trabajo de hoy.

Desgraciadamente la investigación no es reconocida socialmente como debería esperarse. Muchos, por lo que se deduce de los resultados de diferentes encuestas, la consideran cuando no va dirigida a la mejora de un palpable bienestar en general y, especialmente, a la lucha contra las enfermedades, “la conquista de lo inútil”, como Lionel Terray, famoso escalador, calificaba al alpinismo. Los tres siglos que se han necesitado para descifrar el teorema de Fermat, que a primera vista parece no servir para mucho, o el esfuerzo que se está poniendo para dilucidar la existencia de los agujeros gusano que hipotéticamente unen galaxias o posibles universos, ambos temas tan lejos de nuestra vida práctica, parecen a la mayoría de la sociedad una pérdida miserable de tiempo cuando se vive en un mundo lleno de problemas. Pero no hay que olvidar que investigar es curiosear, característica inherente al ser humano, que busca el por qué de lo que se le pone delante, y que en investigación no hay compartimentos estancos, todo está relacionado y lo que a primera vista parece no tener implicación alguna, con el tiempo ningún resultado se pierde. Quizá los propios investigadores, aislados en nuestro trabajo, no hemos sabido comunicar la transcendencia de lo aparentemente intranscendente.

Como el futuro depende de lo que haya sido su pasado y habida cuenta de la repercusión de la investigación en el desarrollo global de la vida, cuanto más y mejor se investigue ahora mejores perspectivas habrá. El entusiasmo de las personas que se dedican a esta labor no es suficiente. Es necesario que los que ponen los recursos humanos y económicos para llevar a cabo esta actividad no escatimen esfuerzos para dotar a los grupos de investigación de personal científico y de apoyo así como de las instalaciones necesarias para el desarrollo de su labor. También se debe tener en cuenta que, aunque la sociedad, que al fin y al cabo es la que de una manera u otra soporta la ciencia, pida resultados prácticos en temas concretos, tiene que ser consciente de que ningún campo por básico que sea debe quedar sin ayuda, pues en el incremento global de los conocimientos va a estar el verdadero éxito futuro. La investigación, como decía Echegaray, “no es vana gimnasia de la mente, fugaz relampaguear de la fantasía, juego pueril que para nada sirve”, es escudriñar lo escondido con los conocimientos y medios que nos han puesto los que han trabajado antes que nosotros. Somos su futuro como nosotros seremos el pasado de los que nos sigan. Nuestro entusiasmo por la ciencia ha de ser transmitido junto con los conocimientos y espíritu de sacrificio. Hay que tener en cuenta que la investigación exige dedicación, además de medios, porque para seguir su ritmo establecido hay que luchar competitivamente. En este trabajo no ocurre como en las olimpiadas, que al correr los cien metros el primero que llega obtiene la medalla de oro, el segundo la de plata y el tercero el bronce. Aquí el que alcanza un resultado en segundo lugar no recibe ni un diploma de consolación, ha perdido todo el tiempo dedicado a esa tarea y sólo ha ganado desilusión para seguir adelante. Por el contrario, si la suerte, fruto del esfuerzo, le sonría verá recompensados todos los malos ratos que el transcurso de su trabajo le ha deparado.

No se debe olvidar, por otra parte, que hace ya tiempo que desapareció la figura del científico solitario. Hoy, y mañana seguirá igual, la investigación es asunto de grupo, que ha de funcionar como si de una orquesta se tratara. Bajo la batuta de un buen director tan importante es un violinista como el que toca los timbales. Lo importante es que la sinfonía suene como tiene que ser. Para que la investigación produzca su fruto, junto al jefe, los investigadores, becarios y técnicos han de trabajar al unísono, cada uno en su misión, y ser adecuadamente reconocidos en el papel que desempeñan sin olvidar que de todos en su conjunto dependerá el futuro de la ciencia y como consecuencia un mundo mejor. Lo que sembremos hoy será el fruto de mañana.

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